Escrito por: Rubén Oliva

miércoles, 22.03.2017

Santiago Cabañero lo tiene fácil. Da igual que a Garrido le dijera una cosa y luego hiciera justo lo contrario (según se desprende de las palabras del presidente del club de fútbol y el silencio del de la institución pública). Siempre podrá salir a decir que no hay dinero, que le duele a él más que a nadie pero que no tiene suelto para colaborar con una S.A.D. Podrá decir que la educación y la sanidad es lo primero y que si quiere hacer negocio, que Garrido afloje la pasta y sea él el que mantenga con vida al Albacete. Lo tiene tan fácil que directamente se podría hasta ahorrar ese discursito, que nos lo sabemos.

La Diputación ha aprobado 108 millones de euros de presupuesto para 2017 pero para el Alba resulta que ha salido el dinero justo. Se podrá decir también que al fútbol va un pequeño porcentaje de los ciudadanos que pagan sus impuestos, que no tienen por qué ayudar los demás a un sector que interesa a unos pocos. Claro que a los circuitos populares, al Cultural Albacete o al circuito de velocidad van muchos más, ¿no?. ¿O quizás sea que el Albacete Balompié no ha sido, es y debería seguir siendo el mejor embajador de la ciudad y provincia?

Resulta que en España solo se habla de Albacete cuando hay alguna tragedia, llueve muchísimo o por el Alba, pero la marca Alba se ha delegado a manos de ese inversor venido de Madrid que (¡qué raro!) se mosquea cuando le mienten. Una institución pública de Albacete que dice una cosa al señor que ha salvado al Albacete Balompié y después y sin previo aviso hace lo contrario (supuestamente). Garrido dice que ya ni siquiera es una cuestión de dinero y no me extraña. Quizás en Huelva o Jaén donde sus clubes de fútbol están al borde de la desaparición, sus Diputaciones Provinciales cuidarían más a un tipo como Garrido que acudiera a salvar a dichas entidades, como ha hecho Garrido con el Alba. Será que uno no se da cuenta de lo que tiene hasta que lo pierde, pero más os vale que aquí no lleguemos a perderlo, ¿o no lo ve Usted así, Santiago Cabañero?