Adiós a Garrido, se va el mejor presidente de la historia del club (Artículo de opinión)

Escrito por: Rubén Oliva

lunes, 24.07.2017

José Miguel Garrido ya es pasado y desde ya toda la atención y apoyo ha de depositarse en unos nuevos propietarios que en los primeros días han dejado grandes sensaciones, especialmente en las figuras de Víctor Varela y Jesús Hernández (consejero delegado y jefe de prensa, respectivamente). Pero antes de seguir es justo pararse a analizar lo que han sido casi cuatro años de mandato de un madrileño que ha salvado al Albacete Balompié.

En los más de 75 años de historia del club, seguro que ha habido mucha gente que ha sudado sangre por un club que ha tenido etapas difíciles, pero por las extremas circunstancias en las que llegó (era octubre de 2013 y el presupuesto de esa temporada, en Segunda B, ya se había agotado y la deuda era de 18 millones) y por cómo lo deja (con deuda prácticamente a cero, en Segunda División, y en manos de unos inversores a priori serios), seguramente José Miguel Garrido se haya ganado a pulso ser considerado el mejor presidente de la historia del club.

Llegó a un club muerto, noticia nacional porque todo indicaba que sus horas se habían agotado, que suponía «un marrón como una catedral» (palabras textuales de José Antonio Iniesta) y que absolutamente nadie quería. Los directivos y presidentes de la ciudad de Albacete se habían cargado al Alba, y tuvo que llegar Garrido a SAL-VAR-LO.

Tuvo que escuchar ataques de todo tipo, incluso de tertulias de radio circenses, pero ni resultó ser un liquidador, ni un tipo peligroso, ni se llevó el club a otra ciudad ni vendió la plaza a nadie. Defendió al Alba como no lo había hecho antes nadie, ante instituciones públicas, representantes, televisiones y clubes (hasta se enfadó con la directiva del Toledo por lo que cobraron a los aficionados del Alba, por ejemplo). Se estaba jugando su dinero y aquí ya no valía hipotecar al club ni conducirlo a callejones sin salida. Y lo hizo siendo cercano, hablando con su afición y viviendo los partidos como uno más.

No dejó tirado al club cuando se descendió (gran lunar de su etapa: el descenso a Segunda B), y solo se ha ido cuando ha encontrado a un grupo solvente que siga dando seriedad a esto. Él nunca ha engañado a nadie, vino aquí a hacer negocio y así lo ha hecho, pero resulta que su negocio dependía plenamente del bien de nuestro Alba. De él ya no depende lo que Skyline haga o deje de hacer en el club, él se ha ido con los deberes hechos y como el salvador de un club que estaba muerto.