Escrito por: Hugo Piña
viernes, 08.12.2017
El carismático Luis César regresa a Albacete. Tras casi dos años de su cese y que supuso un doloroso adiós como hacía tiempo que no se veía, el de Vilagarcía vuelve a la que fue y siempre será una de sus casas. Con la maleta y sus siempre habituales alusiones a ella en un entrenador de fútbol, lo que este gallego hizo con un Albacete Balompié ‘dejado’ de la mano de Dios fue algo y por decirlo finamente, brillante.
En Albacete conocimos a un equipo que podía jugar y hacerlo bien. En la tan denostada Segunda B y tras casi dos años de pesimismo en la división de bronce, éste gallego infundió trabajo y buen hacer. Con él se llegaron a los play off un primer y pírrico año, mientras que en su segundo y ya curso completo bajo sus órdenes, el Albacete maravilló por completo a toda una ciudad con su fútbol.
El ascenso fue meteórico y sobre todo ilusionante. La permanencia en Segunda se dio tras algunos reajustes tácticos en la primera temporada de Sampedro en Segunda, mientras que en la cuarta temporada del gallego a los mando del Alba, tanto él como su idea de juego tuvieron que coger las maletas y marcharse a ‘pescar’. Y es que allí se encontraba el bueno de Luis César, momento en que fuera llamado por un Albacete que llamó a su puerta y que, en parte hoy, está de nuevo entrenando en la categoría de plata.
Honores a un tipo que creyó en su idea, como ahora Martín. Estilos opuestos pero creyentes en su juego. Esperemos que Enrique Martín cause tanta generación de ilusiones como en su día y un desconocido Sampedro, hizo en La Mancha.