El Dépor vuelve al Belmonte (Opinión)

Escrito por: Bienvenido Picazo

lunes, 20.08.2018

Salgo de mi dacha de Villalgordo del Júcar siguiendo el camino habitual. Pero esta vez, el viaje está cargado de dudas. Y por qué no decirlo, cierto mosqueo por los relámpagos que veo más allá de La Roda. Llevo un paraguas, que me ha salvado en alguna ocasión, y que ya considero casi un talismán. Negro, el cielo está negro. No quiero ni mirarlo. Y eso que no soy supersticioso, que eso da mala suerte.

Lo bueno que tiene no disponer de abono, es que puedo escoger escaño. Esta vez, me decido por el fondo norte, porque los dispendios del estío, y los por venir, así lo aconsejan. Mi mujer, también me lo sugirió en un alarde de prudencia doméstica. Ya le costó dejarme ir, cuando se enteró de que lo daban por la tele. El apagón propicia cierta hilaridad entre el personal. La calma vuelve y no pasa nada digno de épocas pretéritas. Ni palmatorias, ni velas. Sólo veo en derredor aifons con linterna propia.

El aspecto que presenta nuestro estadio, es más bien deplorable. Faltan cachos de grada y los que están habilitados, dan pena. Apenas si somos los habituales y un par de cientos de coruñeses, que dan algo de color y decoro al recinto. Suponemos, mis vecinos y yo, que el verano tiene a los albacetistas, retenidos en Santa Pola o Talcahuano; que los hay inquietos y –me consta-, con cuartos frescos.

Los compañeros de localidad no paran de cascar, pipas e improperios. Andan sobresaltados por el dominio visitante. “Si no tiramos entre los palos, mal nos vamos a ver”, dice uno de ellos con cierto malhumor y altas dosis de realismo, obviando las buenas hechuras de los gallegos, que están un par de vueltas por delante de nosotros.

La segunda parte, cambia tímidamente el panorama. Dos bolsas de pipas han fenecido, justo cuando se mueve el marcador en mala hora. El cabreo y los murmullos se hacen sentir. No se atisban soluciones. “Hay que dar tiempo”, una voz prudente se asoma desde las últimas filas. Nadie le da bola. Se masca la tragedia.

Menos mal que un incauto defensor de los de Riazor, decide darnos una penúltima oportunidad de salvar los muebles, provocando un penalti tan claro como innecesario. Empate, que a fin de cuentas, deja buen sabor de boca.

Los de las pipas, los silenciosos, los ruidosos y, en fin, los cuatro amiguetes que nos habíamos congregado, respiramos. Al igual que el año pasado, empezamos con un recién descendido y arañando un valioso punto.

Ahora toca preparar la visita a Las Palmas. Yo, visto lo visto, firmo otro empate.