Escrito por: Rubén Oliva

lunes, 04.03.2019

Creo que no había ninguna duda. El Alba llevaba siete meses siendo vapuleado a nivel arbitral, con decisiones de extrema gravedad que todas las semanas caían siempre del mismo lado. Cuando a un equipo le sobran dedos de una mano para, objetivamente, contar las veces en las que los errores arbitrales le han sido favorables, pero son más de 30 las decisiones (muchas de ellas flagrantes y rozando lo surrealista) donde ha salido perjudicado, se debe anular como posible justificación la casualidad o el bajo nivel del estamento.

Si aún algún iluso quería seguir creyendo en la pureza de la competición o que no hay nada más detrás, en los últimos días se ha terminado de confirmar la evidencia. La sanción a Zozulia por la mano más involuntaria de la historia, confirmada por dos ocasiones desde arriba, hizo que el atraco de Cádiz empezara más pronto que nunca: era miércoles y el Alba ya estaba siendo robado en el Carranza. Y después llegó el penalti, esa chirigota de mal gusto con la que mucha gente se ha llevado las manos a la cabeza, yo no. Porque, ¿dónde está la noticia? ¿Acaso aun alguien dudaba que el árbitro iba a perjudicar al Alba en Cádiz?

Sinceramente, me alegro. Me alegro si lo de Zozulia y el escándalo del Carranza ha servido para que ya nadie más ponga en duda que existe una campaña contra el Albacete Balompié. Es más, hasta que el Alba no vaya del séptimo para abajo esto es lo que va a seguir sucediendo. El Alba no interesa ahí arriba.