Vuelta a la normalidad en Tarragona (Opinión)

Escrito por: Bienvenido Picazo

viernes, 08.03.2019

No sé si volvemos a la normalidad o ¿volvemos a la normalidad?, porque ya está bien, sólo queremos hablar de fútbol y estamos en medio de una refriega que nos perjudica y mucho.

 

La visita a Tarragona, en principio, no es más que un partido de fútbol más, pero para el Albacete Balompié y toda su fiel y mosqueada afición, no resulta así. Vamos con prevención porque sabemos que hay psicópatas con aspecto flautistas que gozan con sus sadodecisiones, fantasmas por todos lados, manos negras, conjuros y once tíos enfrente que querrán sacar tajada del desconcierto en el que nos han metido unos cuantos impresentables. No miro a nadie. Así pues, nos espera un desplazamiento nada tranquilo, todo lo contrario, va a ser como un viaje en la montaña rusa. Para colmo de males tendremos a todo un viejo conocido en el banquillo rival, que tratará de buscarnos las cosquillas y sacarnos de nuestras rutinas habituales.

 

Si miramos la clasificación, la diferencia entre tarraconenses y nosotros es palmaria, pero como no estamos hablando sólo de fútbol, nos surgen dudas. Ya sabemos que don Luis Miguel no cae en emboscadas y, estoy seguro, ha preparado el partido a conciencia, como si los árbitros fuesen neutrales; así que por ese lado no hay nada que temer. Por la vertiente histórica entre los tabarneses y los blancos, aunque dada la actual situación no debería influir, salimos algo perjudicados, no mucho, pero lo suficiente como estar alerta.

 

No quiero recrearme en las maledicencias que dicen que la Liga ya ha «escogido» los tres llamados para la gloria del ascenso, sin embargo cuesta ir de exquisito equidistante yaque jornada a jornada, distinguimos favoritismos extraños, que hace un par de meses los dejábamos en simples errores, pero ya entrados en el último tercio de campeonato, se antojan caprichosamente definitivos.

 

Pase lo que pase, el Alba debe jugar con relajo y sabiendo que «alea iacta est», así que dediquémonos a jugar al fútbol con la mayor de las dignidades, que de eso los nuestros saben un rato. Ahora que volvemos a tener a casi todos disponibles ha llegado el día de darnos un chute de autoestima. Salimos con la ventaja de que para ellos la cita es un «match ball», una derrota les resultaría letal, con lo que a lo mejor les pierde su ansiedad.