El Sadar se nos atragantó (Opinión)

Escrito por: Bienvenido Picazo

domingo, 28.04.2019

Podrán ustedes acusarme de pitoniso de tres al cuarto y no seré yo quien lo niegue, pero hay días en que a los cinco minutos de empezar los partidos ya sé cómo nos va a ir. Diré más, antes de empezar algo me decía que no íbamos a traernos nada de Navarra.
El césped presentaba un aspecto de sol y sombra que no me gustaba nada, el viento, el fresquito, sí ya sé, son excusas de mal pagador porque eso afectaba a ambos contendientes, pero ha sido uno de los partidos más tranquilos que he vivido en toda la temporada, me puse el traje de fatalista y lo viví esperando se consumase la tragedia. Y así fue. Los minutos transcurrían y el Alba no conseguía ensamblar dos pases seguidos, cierto es que el Osasuna tampoco demostró su categoría, pero nosotros, a ratos, parecíamos más un equipo que lucha por no descender que otra cosa. No creo que fuese miedo, simplemente que la mitad de los nuestros no estaba.
La segunda parte, no fue como la primera, pero el resultado final puede calificarse de cualquier cosa menos de injusto.

Dejemos el capítulo del autofustigamiento y el autoflagelo, pasemos nuestra penitencia cuanto antes y dediquémonos a lo realmente importante, que no es otra cosa que tratar de ganar el próximo envite. Analizar nuestros errores (en Pamplona perdió el Alba, el líder se limitó a verlas venir), siendo objetivos y autocríticos, y don Luis Miguel lo es, así se puede pensar en reforzar la autoestima. Ya advertí que perder no debía suponer ningún drama, aunque es cierto que las formas no han sido las idóneas, pero a veces cuando uno pierde sin merecerlo queda peor anímicamente, con lo que sigamos viendo la botella medio llena.

El ambientazo durante todo el día en Pamplona era de fiesta grande, todos de rojo, algunos de blanco y nada digno de reseñar, más allá de las habituales chanzas de los ganadores a los perdedores, algún descerebrado mostrándonos su dedo corazón, pero nada que fuese a suponer más escarnio del que llevábamos interiorizado.

Capítulo cerrado (mal cerrado), pero ya queda menos. Apretemos los dientes, pongámonos el mono de currante y a darlo todo en los pocos partidos que quedan. Se me está poniendo cara de promoción y, ¡ay!, eso sí que me da dentera.

Voy a necesitar al farmacéutico de Mafalda para procurarme un remolque de Nervocalma