Se masca la tragedia (Opinión)

Escrito por: Bienvenido Picazo

domingo, 19.01.2020

Ya he dicho antes aquí, que no estoy de acuerdo con decapitar al entrenador en medio de la tormenta. No lo hago, en modo alguno, llevado de mi bonhomía (si fuese el caso), simplemente lo digo porque la experiencia demuestra que en más casos de los previstos la cosa no acaba en final feliz. Si siempre diese resultado, los equipos cambiarían de entrenador cada semana.

Ello no es óbice para sugerir a los mandamases del fútbol en general que, dados los nuevos y postmodernos tiempos en los que nos movemos, época en la que los contratos suelen tener diez mil cláusulas de todo tipo y pelaje, por qué no añadir una que diga que en caso de que el equipo pierda cinco partidos seguidos o no gane diez consecutivos, la directiva tenga las manos libres para despedir, sin indemnización, al responsable del fracaso; se me ocurre. Pero reitero que no estoy de acuerdo en darle “matarile” a Ramis ahora mismo.

Eso sí, para el año que viene en Segunda o, lo más probable, en Segunda B, le agradecería su labor y le desearía buen viaje. Un entrenador que sólo se mueve a gusto con buenos jugadores, no es un buen entrenador, es simplemente un hacedor de alineaciones.

 

El partido contra el CD Lugo lo hemos mil veces esta temporada y, nada nuevo bajo el frío y la lluvia:previsibilidad, ambición justita, mucho miedo y pocas nueces. Así nos vamos directos al descenso. La excusa de que entre los nuestros escasea el talento no me sirve puesto que, si nos tomamos la molestia de ver lo que hay por otros pagos, comprobaremos que, salvo raras excepciones, los equipos de Segunda están repletos de estajanovistas del fútbol, de hombres curtidos en mil batallas y de muy pocos violinistas, en suma, equipos rocosos, o sea, la fórmula clásica para deambular por la categoría de plata sin muchos sobresaltos. El Alba, cumple a la perfección con el menú, pero en el banquillo no se ven recursos alternativos al bloqueo que arrastramos ¡desde el verano!

 

Con el partido controlado y el rival algo despistado, no se puede jugar con melindres. Un gol y basta. Eso no es serio. No estamos en disposición de seguir jugando timoratos, si hemos marcado el primero, pues a buscar el segundo y si nos marcan, pues a buscar la réplica. Basta ya de jugar a nada. Da la sensación de que el miedo nos ha dado muchos puntos, y no, cuanto más defendemos, más nos castigan. Y lo peor, es que desde la grada se ve y se prevé. Desde aquel, ya muy lejano, verano en que me bloqueé con aquella forastera rubia que veraneó en mi pueblo y se me puso a tiro, no me había sentido tan impotente.

 

Lamento comunicarles que ya me estoy haciendo a la idea de volver, muy pronto, a visitar esos campos de Dios.