Escrito por: Bienvenido Picazo

lunes, 23.03.2020

He perdido ya la cuenta de los días de confinamiento que llevamos y ya empiezo a tener complejo de Edmundo Dantès. Pero al igual que el inmortal personaje de Alejandro Dumas, no pierdo la esperanza de volver a ver la luz. Sin embargo tal y como van transcurriendo los días, esto toma un cariz de incertidumbre que a buen seguro, va a dejar muchos daños colaterales. Pienso sobremanera en los clubes como el nuestro, porque al paso que va la burra, la temporada deportiva creo, está salvada, pero no lo tengo tan claro si hago una proyección económica a medio plazo. Cuando vuelva a salir el sol, habrá que echar cuentas y hacer inventario. Nosotros y todos los demás que son como nosotros. Mal de muchos sin consuelo.

Resulta extraño tanto tiempo sin fútbol, pero más extraño resulta mirarnos los unos a los otros y no encontrar, ni remotamente, una explicación a cuanto está sucediendo y mucho menos aventurar un pronóstico de cómo y en qué estado vamos a terminar. Patéticos,resultan los esfuerzos de Javier Tebas para ganarle tiempo al tiempo y seguir, inasequible al desaliento, tratando de salvaguardar su, de ellos los poderosos, gallina de los huevos de oro. Él contra todos, o al menos es el único que se muestra batallador. Me recuerda a don Quijote, aunque su cabezonería, loemparenta más con Sancho.

Este tiempo de cuaresma y recogimiento obligado, nos está llevando a leer libros que teníamos atrasados, ver películas (lo siento, yo series, no gasto), pensar y, por supuesto, limpiar, ordenar, fregar, planchar, en suma, lo que hace cualquier hijo de vecino postmoderno. En los ratos libres que consigo sisar a mi santa, me planto frente al ordenador y me dedico a buscar viejos y felices momentos de nuestro Alba. Lo que la Historia nos dejó y, sigo creyendo a pies juntillas, que aquella epopeya volverá. Aquella no, claro, otra similar. Los laureles volverán a lucir sobrenuestras cabezas. Si sucedió una vez el milagro, volveremos a verlo.

De tanto mirar el pasado, tengo la impresión de que Catali, Menéndez, Zalazar, Geli y compañía van a salir a jugar la semana que viene al Carlos Belmonte. Cuando en casa me ven por enésima vez mirando las mismas imágenes, cierro rápidamente la pantalla, lo mismito que si estuviese viendo imágenes de mujeres perniciosas y oigo eso que me resulta ya tan familiar de “enfermo”, “si ya te lo sabes de memoria”, y la puntilla final: “que al final se casan”. En el fondo me conmueve, porque por momentos me vuelvo a sentir adolescente. Siento que peco, pero volver a ver a mi Alba en lo más alto, me pone mucho más que ver a las mujeres esas que les mentaba. Y me siento como Mc Arthur y me digo, si salimos de esta, volveremos.

Ya ven, tengo la casa como los chorros del oro y aún así, me afean que vea mi canal Historia particular. No somos nadie.

Doy por sentado que las nuevas generaciones de albacetistas, saben de lo que hablo, de lo contrario les conmino a voces, a que vayan y rebusquen en los archivos y se empapen de lo que fuimos capaces de hacer cuando el mundo, sorprendido, nos despreciaba pensando que éramos un yermo descampado.

Este tiempo de clausura nos debe servir para volver a creer en nosotros.

Ánimo a todos. ¡Aúpa Alba!