Contra los cabezas de serie (Opinión)

Escrito por: Bienvenido Picazo

viernes, 24.04.2020

Aprovechando que el Júcar pasa por mi pueblo, que LaLiga está algo perdida en disquisiciones crematísticas, que el Gobierno sigue a la espera de más órdenes de entidades supranacionales que traman en secreto maquiavélicos planes y, sobre todo y más importante, como esto no lo lee ni mi gente, pues voy a tratar de contar por qué considero que establecer cabezas de serie es lo menos limpio que hay en el deporte. Y eso que no se cansan de predicar por doquier lo del famoso “fair-play”.

Esto, que yo considero un mal, no es en absoluto propiedad del fútbol, aunque hay que decir en descargo del balompié, que esta flagrante desigualdad no la empezó él, pero al darse cuenta de los beneficios económicos que reportaba, no tardó en subirse al carro y hacer todo un arte de la manipulación en los sorteos.

Dice el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española que sortear, es someter a alguien o algo al resultado de los medios fortuitos o casuales que se emplean para fiar a la suerte una resolución. Cualquier parecido con los sorteos de las entidades futboleras, es pura coincidencia. Sorteos dirigidos, o algo así, los llaman. Siguiendo esa lógica, a los mileuristas, se les debería dar cierta ventaja en el Euromillón, por ejemplo, y, tras acreditar su condición, se les debería dejar que marcaran cuatro o cinco o seis números más. Lo mismo en la quiniela, donde deberían poder jugar ocho o nueve dobles por el precio de una apuesta simple.

No quiero decir que nuestro Albacete Balompié, hubiese ganado ya tropecientas copas si no se aplicase tamaño dislate, ni que los que ahora están arriba, estuviesen abajo, pero sí, al menos, las oportunidades serían las mismas para todos. Si somos tan democráticos, por qué manosear los sorteos para facilitar que lleguen al final los poderosos. Con estos apaños, los pequeños están condenados a enfrentarse a un grande tras otro, con lo que el resultado es que, como mucho y con mucha suerte, pueden con uno o dos, pero nunca llegarán a ninguna final.

He tenido ocasión de discutir sobre esto con amigos y no tan amigos, y tengo que reconocer abiertamente, que me he encontrado con muy poca solidaridad. Al aficionado medio le gusta esta perversión, deduzco que para ver siempre los mismos enfrentamientos; es como si los pequeños molestásemos en las fases finales, que si la audiencia televisiva no es la misma, que si las marcas comerciales manipulan y pamplinas por el estilo. Proclamo que, si hablamos de deporte, tenemos que ser deportivos y justos. Por si esto fuese poco, siempre está el factor árbitro, que se encarga de poner las cosas en su sitio, si algún renacuajo osa meterse a jugar en el patio de los mayores. El VAR tiende a corregir algo la injusticia y, ojalá, haya sido el principio de una nueva era.

No hay más que mirar el historial de la Copa de Europa, para darse cuenta de que desde que se impuso el “sorteo”, no ha habido ningún, no ya pequeño, sino un equipo de la clase media o de un país fuera de los grandes, que haya logrado meter el morro en las finales.

Creo que le quita mucha intriga a toda competición que se precie.Repito: no me hagan mucho caso, porque mi grito en el desierto cuenta con muy pocos adeptos, de hecho, sólo conozco uno.

Esto del virus, su absurdo arresto y la desaparición momentánea del Alba de nuestras vidas, hace que algunos nos dediquemos a discurrir sobre el sexo de los ángeles.