Los calvos de Alba (V): Antonio López, el pelotero incomprendido

Escrito por: Rafa Gil

sábado, 16.05.2020

Si la semana pasada os trajimos a un jugador con un palmarés increíble como Jaime Sánchez que fue campeón de liga y de Europa, el protagonista que recordamos hoy no se queda atrás, aunque eso sí con un papel mucho más testimonial que el centrocampista que estuvo en el Real Madrid y el Deportivo. Estamos hablando de Antonio López, futbolista que llegó a finales de la década pasada al Carlos Belmonte, en una época bastante convulsa y que el Albacete no supo aprovechar su potencial. Un trotamundos en el fútbol español que ha pasado por multitud de sitios, con un rendimiento diferente en cada uno de ellos, pasando en algún lugar desapercibido. Recordemos que Antonio era un interior izquierda con mucha llegada y con buen toque de balón para asistir a los delanteros.

Nacido en la capital de España hace 40 años, sus primeros pasos en el balompié fueron en el humilde Leganés. En aquel momento, el club del sur de Madrid estaba en Segunda División y contó durante dos temporadas a mediados de la década de los 90 con un filial en la categoría de bronce. De hecho, en aquella época fue uno de los futbolistas con más calidad de aquella camada pepinera. Lo que le valió con solo 19 años para establecerse en la primera plantilla que jugaba en el Estadio de Butarque. En la temporada 1999-2000 que fue la de su consolidación en Segunda División, coincidió con un viejo conocido para la afición albacetista, ya que el entrenador en ese momento era Enrique Martín Monreal. Y uno de sus compañeros era el incombustible Sergio Pachón, el histórico delantero del Getafe y del Rayo Vallecano que entonces tenía 22 años y que es y sería una persona muy importante en la vida de Antonio López.

Sus muestras de talento le valieron para hacer por primera vez las maletas y marcharse al Valladolid. Su primera experiencia en Primera División fue a orillas del Pisuerga, en su primera campaña apareció de manera puntual y disputó 20 partidos, una aventura en la que también se sumó Pachón y en la que se salvaron del descenso en la última jornada. Al año siguiente, Antonio continuó en Pucela y apenas entró en los planes de Pepe Moré. Eso provocó que en el mercado de invierno se marchara al Numancia. Sin embargo, en Soria en Segunda División tan solo se vistió en 7 ocasiones y acabó regresando a Zorilla. En la 2002-03 tuvo otra campaña discreta con algo más de una decena de partidos. Al final de la misma, Caparrós sorprendente se lo llevó al Sevilla en lo que fue el comienzo de aquel equipo que acabaría triunfando en Europa poco después.

En el Sánchez Pijuán fue donde tuvo su estancia más larga con un total de 3 temporadas, pero perdiendo protagonismo cada año que pasaba. 18, 12  y 2 partidos respectivamente. En la última de ellas los de Nervión se acabarían proclamando campeones de la UEFA a las órdenes de Juande Ramos junto a otros hombres como Antonio Puerta o Dani Alves. Sin embargo, Antonio López no tuvo tiempo para ello porque en el mercado de invierno, viendo las pocas oportunidades en aquel fantástico equipo, se fue cedido al Málaga. Gozó de minutos importantes en La Rosaleda en la que llegaría a sumar 13 choques, 9 de titular. Su buena actuación en la Costa del Sol sirvió para que un equipo pujante en Segunda División como el Castellón apostara por él con mucho ahínco.

De hecho, se puede decir que en la categoría de plata fuedonde vivió sus mejores momentos como futbolista. En Castalia, por cierto coincidió de nuevo con Pepe Moré que era el técnico albinegro, el conjunto castellonense acabó a mitad de tabla y Antonio jugó más de 1500 minutos en toda la campaña siendo uno de los jugadores con más calidad de la plantilla. Eso le sirvió para dar un nuevo impulso a su carrera y se trasladó al Nastic de Tarragona. En el cuadro catalán también dejó muestras de su calidad y participó en 27 encuentros, una cifra nunca alcanzada en su currículum como futbolista. Lo convirtieron en aquella época en uno de los mejores peloteros de la Segunda División. Al año siguiente, tuvo mucha intermitencia por culpa de las lesiones, algo que ha sido muy recurrente en su carrera y apenas se pudo vestir de corto.

Es entonces cuando Albacete aparece en su vida como destino futbolero a la edad de 29 años, en el momento de más madurez como jugador. Aterrizó en el Belmonte en la campaña que Pepe Murcia era el dueño del banquillo y en la que vivimos el comienzo de la crisis que iba a suponer un varapalo para la economía del Alba, que veía como tenía una plantilla sobredimensionada. A pesar de ello, Antonio se convirtió en un buen asistente y fue muy protagonista al ser el encargado de ejecutar las jugadas de estrategia. No era un hombre especialmente goleador pero aquel curso igualó los guarismos que había hecho en Castellón con 5 dianas. Todo esto propició que continuara una segunda temporada, la cual fue para olvidar porque fue la del descenso a Segunda B, en la que Antonio tampoco destacó. Aunque disputó 31 partidos con los 3 entrenadores que desfilaron, el madrileño estuvo muy lejos del nivel que había mostrado unos meses atrás. Tras su experiencia en tierras manchegas, nunca más volvería a jugar en una categoría profesional.

La Segunda B era ahora donde se movía y a pesar de entrar en la década de los 30 tuvo tiempo para hacer las mudanzas en más de una ocasión. Teruel y Fuenlabrada fueron sus destinos antes de retirarse. Precisamente, en el Estadio Fernando Torres, después de muchos años se pudo reencontrar con su colega Sergio Pachón. Y es que tras su periplo como futbolista, el madrileño se ha dedicado a la formación. Desde hace algunos años, es el director general de una escuela de fútbol fundada junto al mencionado Pachón (ambos aparecen en el nombre de la misma) y que es una de las más conocidas en la Comunidad de Madrid con una filosofía muy concreta de educar en valores al futbolista. Una etapa que esperamos que sea muy duradera para este interior que tenía magia en las botas, que por unas cosas o por otras, no tuvo la regularidad para mostrarla.