La Covid y el tedio (Opinión)

Escrito por: Bienvenido Picazo

lunes, 09.11.2020

Siempre me he jactado, ante quien ha tenido la paciencia de escucharme, de que jamás me he aburrido cuando he estado solo. Nunca. Cuando era un zagal, mi soledad la curtía, leyendo, jugando conmigo mismo o paseando. Mi mujer, me dice que siempre fui un viejo. Nunca oso contradecirla, porque algo de razón tiene. El aburrimiento, como tal, apareció en mi vida en el momento en que de individuo pasé a ser gregario, a jugar cuando el dueño del balón así lo decidía, a hablar cuando nadie escuchaba, en suma, cuando empecé a ser un buen ciudadano.Ahora, sí tengo ocasión en múltiples ocasiones, gracias a la recurrente hipocresía, de bostezar y disimular mi tedio cuando me veo rodeado de mediocridad e, infelizmente, el Albacete Balompié me abastece sobradamente.

El partido contra el CD Leganés, lo salvaron los WhatsApps, las llamadas de teléfono, las idas, las venidas, las consultas a la web, vaya, que se cumplió el diagnóstico y, resulta, que en pleno bostezo futbolero, a mi Santa le comunicaron que la prueba resultó positiva, y sí, está infectada y, por consiguiente, quien esto escribe se ve obligado a guardar cuarentena. Con todo el ruido reinante, dejé el partido en segundo plazo, aunque el rabillo del ojo seguía controlando la situación y el sufrido tostón.

Visto que no podía atender como es debido al Alba (ni a mi señora), me debatía en un sinvivir de prioridades. Digo esto aquí, con chulería, porque sé que entre mis lectores no figura nadie de mi familia. Y es que, mediado el primer tiempo, ya estaba pidiendo la hora, buscando como loco el formulario para firmar el empate. Al final, el punto, me supo a gloria, porque vaya homenaje a la mediocridad. Es cierto que los madrileños son uno de los gallitos, pero no podemos ir semana a semana, arrastrando nuestro nombre y dando la impresión de que no podemos aspirar a nada más que a empatar. Nuestra estadística empieza a parecerse a la de un condenado.

Sólo hemos ganado dos partidos en once envites, esto, con ser preocupante no es lo peor, se me antoja más grave la imagen de impotencia que damos. Los rivales ya nos empiezan a ningunear, puesto que jugamos atemorizados y conscientes de nuestras limitaciones; quien más, quien menos, de vez en cuando gana, en casa o fuera. Somos el peor visitante: hemos marcado un gol en cinco partidos. Me temo, que eso no es fruto ni de la mala suerte, ni de los árbitros, ni del maestro armero.

Jugar exclusivamente a no perder, amén de arrancar algún puntito, va a hacer que los nuestros se olviden definitivamente de que en fútbol, para ganar, hay que tratar de meter la pelotica en los palos de allá a lo lejos. López Garai, ya debería empezar a creer y obligar a creer.

El aburrimiento es fatal, pero mezclado con miedo, desesperación e impotencia, no les quiero ni contar. Mi mujer hablando por teléfono ¡paseándose delante de la tele!, yo haciendo infructuosos esfuerzos para dejarle ver mi preocupación, pero quitándola de delante del aparato. Yo mirando a los nuestros, a los que les sigue quemando el balón. Yo mirando a los otros, que siempre parece son dos o tres más. En suma, que entre los madrileños y los nuestros, me pasé un rato de lo más divertido. Luego con el puntito amarrado, ya pude prestar toda la atención del mundo a la enferma, que, entre nosotros, tampoco da muestras de estar para el arrastre. Eso sí, el positivo ha sido más que suficiente, para pasarme todo el fin de semana haciendo recados, ir a la farmacia, compras varias y pasar más tiempo del debido delante de los fogones. No somos nadie.