Lo que pudo haber sido y no será (Opinión)

Escrito por: Bienvenido Picazo

domingo, 20.12.2020

Yo ya no aspiro a ganar, ni siquiera empatar, doy por sentado que, juguemos contra quien juguemos, la derrota será el resultado lógico y esperado. Lo único que anhelo es ver un gol del Alba, aunque sea tras haber encajado los dos o tres, o cuatro, de rigor, pero un gol por caridad, quiero ver un gol de los nuestros antes de que acabe la temporada. Los más jóvenes de los aficionados del Albacete Balompié, no han visto todavía marcar a los que se ponen nuestra camiseta, se preguntan incrédulos que cómo estamos en Segunda si no marcamos nunca. Pero lo peor no es eso, lo más lacerante es que, ni siquiera nos molestamos en llevar la pelotica hasta donde está la portería de allá. El día menos pensado, vamos a enfrentar a un rival que va a salir al césped con once jugadores de campo, sin portero ni nada, o como en el fútbol sala, van a subir a su portero a jugar como líbero con toda la tranquilidad del mundo.

Decía un viejo político, que lo peor que se puede hacer en política es el ridículo, me tomo el descaro de corregirlo y añado, que no sólo en política, en cualquier otra faceta de la vida. Ridículo, eso es lo que está dejando el Alba en cada partido, ridículo espantoso. No me gusta ensañarme con los nuestros, pero a cada rato hacen méritos para seguir denigrándonos, en tanto que enamorados de nuestro color blanco.

Lo que hemos visto en Córdoba no es más que un déjà vu, de lo que estamos soportando partido a partido, temporada a temporada. Pensaba que habíamos tocado fondo, pero no, haciendo pozos somos únicos, si seguimos ahondando con tanta fe, cualquier día asomaremos la cabeza por Nueva Zelanda.

No me quiero imaginar el quinario que nos queda por pasar hasta junio, pero me temo que vamos a terminar en el Guiness, el famoso libro de los récords absurdos, un equipo absurdo tiene en ese escalafón buen acomodo.

Me gustaría escribir otra cosa, pero no me sale, me cuesta un montón transmitir algo de esperanza a un grupo desesperado y a una Institución completamente desarbolada y sin rumbo. El desenlace de este suspense, tristemente está más que claro.

Vamos a Miranda de Ebro a seguir haciendo historia, hemos caído tan bajo que cualquier cosa que no sea hacer el indio lo firmaría. Con la actitud que muestran día a día, el daño psicológico que se están infligiendo los muchachos a ellos mismos, es proporcional al que están dejando en la afición.