Hemos leído (porque nuestro presidente no sabemos la voz que tiene) bastantes veces ya que hemos aprendido de los errores, y siempre caemos más bajo.
La primera vez que leímos que aprendíamos de los errores fue cuando se tiró a la basura el ascenso a primera con un mercado de invierno lamentable.
Después salió el señor de la humildad a recordarnos quienes somos los de Albacete (manda narices que pretenda darnos lecciones de albacetismo un ejecutivo que apenas llevaba un par de años en Albacete).
Más adelante, en el mercado de invierno del año pasado volvimos a «aprender de los errores», y nos salvamos de penalti en el minuto 90 de la última jornada. Menudo aprendizaje…
Volvimos a leer después de aquella salvación milagrosa que se había aprendido de los errores. Pero la realidad es que se mantuvo a un don nadie en la dirección deportiva y se fichó de forma que echábamos de menos a jugadores a los que el año anterior criticábamos semana tras semana.
Se marchó el don nadie, y vino un caniche disfrazado de pitbull. Volvimos a leer que se aprendía de los errores, y nuestro «pitbull» dijo que atacaríamos el mercado para que el Alba se salvase. El 1 de febrero el «pitbull» definitivamente se quedó en «caniche».
Ahora, con el descenso consumado ayer (pero fraguándose desde febrero de 2019) volvemos a leer (insisto, no escuchar) que aprendemos de los errores.
Como aficionado del Albacete de toda la vida, socio desde hace más de 20 años y accionista, no puedo más que desconfiar de una directiva que no da la cara, que ofrece ruedas de prensa para emplazarnos a nuevas ruedas de prensa. Una directiva que, cuando todo iba bien, teníamos hasta en la sopa, y cuando comenzó todo a torcerse desapareció del mapa, únicamente saliendo para pedir humildad a una afición hastiada que ha visto al club de sus amores arrastrarse haciendo el ridículo por segunda división en tres campañas de las última década.
Una cosa es ser humilde, que de eso esta afición entiende bastante, y otra cosa es ser mediocre, que es la sensación que transmiten las «altas esferas» del club. Una mediocridad sólo a la altura de esta propiedad a la que no se le ha escuchado la voz y constantemente «aprenden de los errores» que no dejan de cometer.
No olviden que el Albacete Balompié está muy por encima de las cuatro perras que han puesto (me da igual la cantidad abultada de millones de euros). El Albacete Balompié es la ciudad, somos los albaceteños, los socios de toda la vida, los trabajadores que dan todo por el club y la plantilla (y son los que pagarán las consecuencias del anunciado desastre). El Albacete Balompié es mi hija Sofía, que con un año y medio se sabe de memoria el himno de Casimiro Ortega.
El Albacete no es esta directiva ni está propiedad, y por eso VOLVEREMOS.
Vicente Albuger Romero – Aficionado del Alba
