Escrito por: Bienvenido Picazo

martes, 01.09.2020

Todo es tan absurdo, que da un poco de susto ponerse a predecir lo que pueda o no suceder a lo largo de la temporada que va a dar comienzo, casi sin tiempo de analizar la que acaba de fenecer. Se antoja, verdaderamente, un ejercicio de prestidigitación adivinar lo que se nos viene encima. Si no fuese por la televisión, no sé cómo iban a soportar cientos de clubes repartidos por todo el mundo, el acabose que se les quiere imponer.

De entrada, ver el fútbol sin la imprescindible cooperación del público, con su correspondiente porcentaje de cabestros, se ha convertido en un ejercicio fantasmagórico, por mucho que se haya aderezado con los fuegos artificiales de los patéticos efectos especiales. El fútbol, se quiera o no, es con gente, al menos el fútbol que hemos vivido hasta ahora. Quizá son tiempos de video juegos y, el día menos pensado, nos obligan a adorar muñecotes y a seguir engendros informáticos. Claro que, bien pensado, nuestras vidas discurren por charlas con paredes que expenden billetes (no siempre), conversaciones con pasmarotes que nos obligan a mostrar credenciales si queremos aparcar, tarjetas por aquí, tarjetas por allá, vivimos sin necesidad de interactuar con otros seres humanos. No nos damos cuenta, pero es así. Son los nuevos tiempos (¿la nueva normalidad?), así que, de la misma forma que el cine lo hacen informáticos, ¿por qué no habría de ser lo mismo en el fútbol? Yo no le presto mucha atención (ni poca), pero las competiciones cibernéticas están que echan humo. Sin duda, el futuro va por ahí.

La pretemporada mezclada con inicio de curso, o lo que sea que vaya a suceder, con mascarillas o sin ellas, con dudas de toda índole, pues ni es pretemporada, ni es nada. Me malicio que hemos entrado en los nuevos tiempos y ya no hay marcha atrás.

De lo que me alegro es de saber que nuestro Alba, seguirá en el pelotón hasta nueva orden. Yo propongo una rebelión y formar un campeonato al margen de los estamentos habituales; tras el bochornoso espectáculo que nos han brindado, sobre todo la Federación, no hay mucho margen para la duda: estamos en manos de aprendices de brujo, cuando no, directamente en manos de (presuntos) delincuentes. Gentes que obran al margen de las leyes, eso es lo que tenemos en la política y en cualquier organismo medianamente gubernamental, así es complicado predecir nada. Si las normas se cambian en mitad de las competiciones, cómo vamos a poder saber si el que gana en el campo no será condenado a galeras, o viceversa.

Los pequeños deberían ir pensando en dar algún golpe de mano, porque su futuro no es incierto, es directamente inexistente. Sin público, ya me dirán ustedes cómo van a mantener sus dignas, pero paupérrimas instituciones. Los grandes siguen con sus grandes estadios, sus reformas imposibles y sus planes intactos, pero a los pequeños nos queda el magro consuelo de ser comparsas necesarios de todo un enorme teatro.

La excusa de la pandemia, premeditada o no, es la clave de bóveda de todo un entramado con desasosegantes interrogantes.Sin ir más lejos, ¿alguien sabe lo que será de un diario deportivo dentro de un par de años, más allá de una miscelánea de sandeces e incitaciones a la navegación por internet sin fundamento? Uno va, incauto, a buscar informaciones, del Alba pongo por caso, y se encuentra miles de anzuelos que lo llevan a ninguna parte.

En la próxima conexión, además de fantasmas, les hablaré del Alba 2020-2021.