A llorar a Cortes (Opinión)

Escrito por: Bienvenido Picazo

lunes, 02.11.2020

De repente, o no tan de repente porque no se nos termina de quitar la pesadumbre, se nos ha puesto cara de la temporada pasada. Encima, el nuevo míster dice que no le preocupa ni mucho ni poco, que nuestros delanteros no vean puerta. Presumir de impotencia, a mí no me parece decente, porque impotencia, y no otra cosa, es lo que exhibió López Garai. Yo no digo que se flagele en cada intervención pública, tampoco hay que caer en el desasosiego y el masoquismo, pero, como ya hemos reprochado aquí a otros entrenadores, hay que respetar al aficionado. Si un entrenador, confiesa que no le preocupa no marcar, una de dos: o es un inconsciente o, no quiere llorar delante de todo el mundo.

Corramos un tupido velo y, supongamos, que la mala digestión del desastre de Cartagena haya sido la responsable de la salida de pata de banco.

En definitiva, no ha sido nada más que una derrota, dolorosa por cómo se produjo, pero no ha sido nada más que la primera del nuevo jefe.

Los entrenadores del Albacete Balompié, deben salir llorados de casa. Las excusas no van con nosotros, porque cuando se pierde así, lo mejor es felicitar al contrario y no hacer de prestidigitador, sobre todo teniendo en cuenta, que todos vimos el concierto defensivo que dimos. Lo ideal es olvidar lo pasado y empezar a trabajar en serio e implicarse, para tratar de sacar adelante la empresa, en el espacio más breve posible.

Podríamos seguir incidiendo en marcas negativas, como que todavía no hemos ganado fuera, que sólo hemos marcado un gol (precisamente contra el FC Cartagena y, cuando el marcador ya se desangraba) y que la actitud del equipo, por momentos, se antoja demasiado contemplativa, pero no, vamos a tratar de no ahondar en la herida y tratar de poner buena cara. El cambio, debe venir de la actitud, de ponerse de una vez el casco y el mono de trabajo y empezar a morder a quien se ponga por delante o, al menos, tratar de hacerlo.

Estoy deseando ver un día a nuestro Alba achuchando al rival, e incluso les confieso que aunque perdamos, cuando hemos luchado, no me quedo con mal cuerpo. Como ya saben algunos de los que leen mis textos, de fútbol no entiendo mucho, ni de tácticas, ni de monsergas, pero cuando veo a los míos con ganas y afán de victoria, eso lo veo con nitidez. La épica, aunque no esté muy de moda en estos tiempos de tiqui-taca, nunca está de más, sobre todo cuando no hay elementos suficientes para las finuras. Además, la épica no necesariamente debe estar reñida con la poca eficacia. Un buen correcalles, cuando no hay muchas alternativas o cuando el rival trata de chulearnos, es otra opción ante el bloqueo o los pases atrás, cuando no directamente a la grada.

Quiero que me salga la vena positiva, pero no encuentro la veta. Me cuesta un mundo, poner buena cara, cuando la realidad es tozuda, pero bajar los brazos se me antoja una actitud indecorosa y lejos de nuestro ADN.

No me queda más remedio, para compensar mis ácidas críticas, que terminar con una pizca de sal y alegría y gritar que esto no ha sido más que una mala siesta.