Escrito por: Hugo Piña
domingo, 19.09.2021
La fortuna le fue esquiva al Albacete anoche en Villarreal. En un mal partido -todo hay que decirlo- no ayudó tampoco la labor arbitral de un Gonzalo Romero Freixas que de manera directa perjudicó gravemente los intereses manchegos.
En un partido donde no estaba ocurriendo nada, dos acciones concretas determinaron por completo un duelo en el que los amarillos supieron ser más avezados que un abnegado Albacete. Le toca aprender a los de Rubén de la Barrera visto el nivel para situarse a la misma altura rival y arbitral.
La primera acción determinante tiene lugar superados los primeros veinte minutos de juego. Una acción en la que Manu Fuster es cierto que peca al tocar levemente al rival. Este se cae descaradamente como demuestran las imágenes y el trencilla señala el punto de penalti. Ahí están las imágenes que demuestran si ese leve toque de Fuster al rival es sinónimo de pena máxima.
Y la segunda acción -también determinante- es la roja directa a Rafa Gálvez. El defensor cede un balón hacia atrás y en su intento de parar al defensa toca ligeramente la espalda rival. Innumerables acciones de estas en todos los partidos de fútbol y en el que al Albacete le tocó un árbitro con un pésimo rasero. Las imágenes vuelven a corroborar que para expulsar a un rival se hace necesario mucho más, salvo si te llamas Albacete y apellidas Balompié.
Gonzalo Romero Freixas condenó a un de por sí mal Albacete en la noche de ayer en Vila-Real. Eso sí, el mal arbitraje del colegiado catalán no debería quedar impune vistas las consecuencias deportivas que tuvieron unas polémicas decisiones sobre el resultado final en la Ciudad Deportiva de Miralcamp.
