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lunes, 31.07.2023
Autor: Juan Cuenca Simarro.
El primer elemento que hay que destacar sobre El Riazorazo es que abre, por fin y después de toda una vida de literatura albacetista, el género narrativo sobre el Albacete Balompié. Hasta el momento todo lo publicado había sido meramente conmemorativo. No es que sea específicamente de ficción, ni falta que le hace, ya que los hechos relatados superan con creces lo que cualquier buen escritor hubiera podido imaginar. El Riazorazo se convierte así en la entrada a lo grande del albacetismo en la narrativa, tan negada a él y enjaulado durante toda su existencia en las memorabilias celebratorias.
La segunda gran baza de El Riazorazo es el tono, mezclando con enorme talento la típica retranca manchega con la auto compasión abnegada de la generación millenial. El resultado es un libro muy divertido pese a lo épico de los acontecimientos. No es que se lea rápido, sino que la cadencia es perfecta para la culminación en el gol de Jordi Sánchez, comenzando lentamente con los pausados pretéritos de las memorias del autor como un niño adherido a unas gafotas que, aun así, se niega a renunciar al fútbol.
Finalmente cabe destacar el estilo. Siempre es lo más difícil y es de elogiar, sobre todo viniendo de una persona curtida en la inmediatez de la época en general y de la radio en particular. El Riazorazo discurre en una lectura muy ágil gracias a la naturalidad de López a la hora de explicar su experiencia, de una manera honesta pero directa.
Podrías pensar que la obra se queda circunscrita a un momento muy constreñido de la historia del albacetismo, pero la verdad es que desde el principio López consigue darle universidad (aprovechando su devoción con Bjeliça) a través de sentimientos que son transversales a todas las generaciones de seguidores.
Insisto, sin embargo, en que el principal valor es abrir el albacetismo a un género narrativo que había inexplicablemente quedado excluido en toda la historia del fútbol en Albacete. Es un imprescindible.