Escrito por: Bienvenido Picazo
martes, 04.06.2024
Prueba irrefutable de que nuestro equipo es tan modesto como elegante y señor, fueron las palabras que el capitán lanzó a los cuatro vientos, durante el homenaje a quien ha estado sudando y sufriendo por el Alba durante cinco años. El recuerdo para Rubén Albés, fue mucho más que un guiño, fue el reconocimiento a quien generó tantísima ilusión y a quien, en la misma medida, el destino y la suerte le fueron esquivos justo cuando más se necesitaban. En esos momentos es cuando uno se da cuenta de lo buena que es nuestra estirpe. En este mundo ingrato, qué bueno es, cuando se le ha dado la vuelta a la moneda y todos son sonrisas, acordarse de quien ya no está, pero sigue siendo uno de los nuestros.
Ya se acabó, se terminaron sinsabores e infortunios. Hemos terminado, paradójicamente, con la alegría de sabernos salvados, mientras que otros, que han estado toda la temporada entre algodones y rosas, se van a ir de veraneo con toda la frustración que, una categoría, como la Segunda División, esparce con tanta crueldad.
Honestamente, tengo para mí que ni siquiera Alberto González, termina de creerse lo que ha conseguido y que ya forma parte de la Historia del Alba. El milagro realizado no está a la altura de cualquiera; ¡loor a Alberto! El año que viene, ya sí, tendrá ocasión de dar rienda suelta a toda su creatividad, sin necesidad de pasar por el fielato del estrés y el tiempo.
Me alegro sobremanera de seguir en Segunda, puesto que es la división más igualada, divertida y apasionante en muchas categorías a la redonda. Aquí no hay matones, hay injusticias, sí (de eso sabemos mucho en Albacete), pero no hay tanto descaro en cuanto al poderío de unos pocos y la tropa. Aquí todos jugamos contra todos, no hay alturas ni pozos, una racha, buena o mala, de dos o tres partidos y la vida cambia radicalmente.
Alberto González, en cada comparecencia, tiene toda la pinta de estar deseando mostrar sus galones y sus años de ostracismo que le han servido para estudiar y ponerse al nivel de los más grandes. Y, nosotros, deseando que, tras su brillante bautizo de fuego, se ponga el mono de trabajo y pueda planificar y preparar a conciencia la próxima temporada. Ya sabe que jugar en esta categoría no es tan sencillo como jugar a la ruleta rusa, con lo que está preparado para manejar a nuestro Alba.
Esperemos que la propiedad lo tenga en cuenta, lo mime y no escatime, porque necesitamos como el comer, asentarnos de una vez por todas en el fútbol profesional definitivamente. Hemos evitado la tragedia porque los milagros existen, pero no convendría hacer como que con nosotros no va la cosa. No hay que gastarse las joyas de la abuela (suponiendo que no estén ya todas empeñadas), hay simplemente que tirar de imaginación, planificación, estudio y compromiso.
El Alba tiene lo más importante, una masa social muy comprometida y una afición que ya ha demostrado en múltiples ocasiones de lo que es capaz, de lo que ayuda, de lo poco que muestra su desazón, en definitiva, cuántos quisieran tener un gentío tan comprensivo como el albaceteño. Quien tenga dudas de esto último, no tiene más que repasar el comportamiento de esta temporada que, felizmente, ya ha periclitado.
Ahora sólo queda asentarse y crecer. Gracias afición y ¡Aúpa Alba!