Escrito por: 5 más el descuento
lunes, 23.09.2024
La segunda parte del partido en Ferrol fue una oda al fútbol que necesitábamos ver, hacía meses que no nos dábamos un homenaje semejante, el Alba, volvió a ser el Alba con el que soñábamos.
No sabemos lo que pasó, pero lo único que queremos es que lo visto no sea un espejismo o un paréntesis, si los blancos saben jugar así, sabrán jugar así más días, vamos digo yo.
La prueba del nueve fue comprobar que cuando nos empataron, no pasó nada, más allá de que fue a partir de ese instante cuando ardió Troya, cuando salió el estilete, se quemaron las naves, se arrasó la hierba y se redondeó la fiesta.
No se puede decir que el Racing de Ferrol fuese una hermanita de la caridad y nos dejase el camino expedito, porque nadie diría que todavía no han ganado, con lo que se demostró una vez más que en Segunda no vale mirar la clasificación o las trayectorias. El Albacete brilló frente a un rival y en un estadio en el que más de uno y más de dos van a inclinar la cerviz. Así que valoremos en su justa medida el triunfo, pero, en ningún caso, saquemos los pies del plato; por el momento disfrutemos el hecho de que se ha truncado la dinámica perversa en que nos habíamos metido, pero vigilemos los próximos envites. Necesariamente habrá que ratificar las buenas sensaciones vividas en Galicia.
Me ha parecido de buen tono observar que Alberto González no ha perdido la cabeza, más allá de las excusas con las que dio la cara tras la serie de derrotas, tampoco tras la incontestable victoria ha sacado pecho. La prudencia y la templanza no son malascompañías para un entrenador.
Anecdóticamente descubrimos que, tras seis jornadas, somos de los poquísimos equipos que todavía no hemos empatado, no sé cómo se viven este tipo de estadísticas, pero ahora mismo se echan de menos algunos de esos puntitos, que con tanta alegría despreciamos a veces.
La frescura con que se interpretó el contragolpe, la tensión con la que salió el equipo de los vestuarios, la firmeza del centro del campo, hasta el enojo de algún jugador cuando vio su número en la tablilla para ser sustituido, muestran bien a las claras que el problema del Alba era de índole psicológico, porque en cuanto a lo futbolístico, posiblemente disputó en La Malata el mejor partido de la última década. Quizá exagero, pero quizá no, porque marcar cuatro goles en cuarenta y cinco minutos, no está al alcance de muchos. De hecho, sabemos por experiencia propia que esa circunstancia se da de Pascuas a Ramos; según mis cuentas, la última vez que marcamos cuatro fue, precisamente en casa de los blanquiverdes. Lamentablemente en Segunda, los disfrutes no alcanzan más allá del siguiente partido, esto es un no parar.
Quedan cuatro partidos para llegar a la primera meta volante yempezar a esbozar las primeras conclusiones, aun a sabiendas de que la tabla tal cual la vemos ahora, va a dar mil vuelcos; los que ahora renquean tienen mucho que decir y los de arriba, bueno, los que ocupan circunstancialmente la cima, saben perfectamente que torres más altas han caído. La razón por la cual la división de Plata es tan linda es porque es un sindiós y aquí no valen historias ni oropeles, razón por la cual, tras la vuelta de Ferrol, lo único que tenemos claro es que nos quedan cuarenta y un puntos. Cualquier otro análisis o conclusión es esfuerzo vacuo, expresión de deseo o, con perdón, mero desconocimiento del paño.