Escrito por: Bienvenido Picazo
lunes, 02.09.2024
Lo que sucedió en La Rosaleda creo que es difícil que vuelva a ocurrir, pero esto no quiere decir que a lo peor el destino no nos tenga deparada alguna sorpresa similar, sólo son gajes del oficio.
Dice el clásico que es más difícil jugar contra diez que contra once, yo no diría tanto, pero tampoco lo contrario. Se ha comprobado en cientos de ocasiones que la superioridad numérica no siempre, ni mucho menos, se traduce en victoria. La pena del caso es que se ha roto una racha inmaculada de la forma más triste, pero llorar por la leche derramada sólo nos va a llevar a la melancolía y al desamparo. Si me lo permiten me parece que lo mejor que podemos hacer es mirar hacia el próximo rival y a otra cosa.
Tampoco podemos pasar por alto el hecho de que fuimos nosotros solitos los que nos metimos en un agujero negro cuando todo pintaba de color de rosa, pero ya está. Felicitemos al rival y no nos fijemos en las decisiones arbitrales, porque bien mirado, el partido lo deberíamos haber resuelto mucho antes, pero lo que es la Segunda, con todo a favor y nos quedamos con cara de tontos.
Tenemos que fijarnos en la botella medio llena, mirar siempre lo positivo y tratar de que los errores no nos persigan, ¿quién no comete errores? ¿qué equipo o qué entrenador o qué jugador de cualquier equipo no mide bien alguna vez? ¿quién de nosotros no ha roto un plato alguna vez? La frustración forma parte de esto que llamamos fútbol y más si somos seguidores de un modesto como nuestro Albacete Balompié.
Lo de Málaga demuestra por enésima vez que los partidos no terminan hasta después de la ducha y que se puede remontar a cualquiera y que, en fin, cuando no se tiene el día, hay que tirar de imaginación, sufrimiento y fe, los locales consiguieron ganar un partido que tenían más que perdido; el Alba fue incapaz de matar al muerto, porque resultó que no lo estaba.
El balance de las tres primeras jornadas es más que aceptable, así que dejémonos de monsergas y lamentos y pensemos en todo lo que nos queda por trasegar.
Lo bueno de esto es que a la vuelta de la esquina tenemos otra ocasión para resarcirnos y la semana siguiente igual, la competición es tan larga que quien pasa más tiempo de lo deseable lamentándose, corre el riesgo de perderse en un proceloso bosque lleno de monstruos.
¡Menos tristezas que llega la Feria!