Escrito por: Bienvenido Picazo
jueves, 12.09.2024
El Alba no juega a nada. Habíamos empezado la temporada diciendo que el Alba se adapta a todos los patrones y que, en definitiva, nuestro estilo era como de chicle: es el rival el que lo impone y nosotros, sólo tenemos que adaptarnos a cada plan. No parece que tras lo visto contra la SD Éibar y contra el Málaga CF, podamos seguir confiando en nuestras propias aseveraciones.
Tanto en una derrota como en la otra, nos hemos quedado tontamente paralizados mirando los graves errores, pero creo que sólo fijarnos en eso es una trampa que nos hacemos porque no queremos asumir la cruda realidad, ya que todos sabemos que se ha perdido por otros motivos. Las derrotas no llegan por cosas tan aisladas, se producen porque en noventa minutos no se ha sido incapaz de hilvanar ni media jugada de verdadero peligro. No nos quedemos mirando el dedo y fijémonos en lo grave.
Ahora mismo, con la confianza que teníamos en Alberto González, nos hemos quedado completamente desamparados, puesto que no parece que en el terreno de juego haya nadie dispuesto a tirar del carro. Las declaraciones tras el partidotampoco desparraman confianza, más bien todo lo contrario con las habituales excusas de mal pagador y a refugiarse en los errores, hay que hacer sincera y fuerte autocrítica y asumir que así no se va a ningún sitio. Los eibarreses, no tuvieron que hacer nada, pero nada de nada, para llevarse el triunfo, eso y no otra cosa es lo sangrante.
Resulta imperativo, y ya vamos contrarreloj, ponernos serios y volver a la humildad, resulta vital salir del pozo, pero sólo lo haremos si dejamos de seguir tratando de justificar lo injustificable que no es otra cosa que el equipo no tiene ni alma ni juego y que los accidentes son consecuencia de eso y no al revés. Los fantasmas del pasado han aparecido antes de tiempo y el tostón del partido de la Feria, no nos lo esperábamos tan pronto, pero han sido dos gatillazos seguidos y ya el personal, empieza a mosquearse, pero no por las derrotas sino por el cómo se han producido.
Toca empezar a remar contracorriente y, como no hay tiempo para más ensayos, tendremos que fajarnos con fuego real, es decir, en los partidos. Da mucha pena ver al equipo deambular sin una estrategia definida, sin saber bien qué hacer, la improvisación resulta lacerante y genera mucha impotencia en la grada que ve los nubarrones acercarse sin remisión. No era esto lo hablado.
Lo grave es que parece que en la chistera ya no queda ningún conejo, porque las dos victorias cosechadas, tampoco fueron ningunas exhibiciones de buen juego o de clarividenciafutbolística.