Escrito por: Bienvenido Picazo
domingo, 08.09.2024
Decir que jugamos contra otro coco es una redundancia, ya que cada partido es contra una fiera, da igual quién se ponga delante, en el Alba se sabe que todos los que juegan en Segunda, tiran bocados. En tres partidos ya hemos visto que somos capaces de darlos y ¡ay!, de recibirlos.
Llegan bien armados desde el País Vasco los eibarreses y, a buen seguro, tendrán ganas de hincarnos el diente, cosa que no consiguen desde hace mucho tiempo, en el toma y daca entre manchegos y guipuzcoanos, no podemos decir que nos haya ido mal del todo, sin ir más lejos, el partido del año pasado en el Belmonte, fue todo un reflejo de lo que suele costar sacar algo contra este rival.
Los vascos están hechos para subir, su más que ventajoso (e injusto) sistema fiscal les permite alegrías crematísticas que nosotros estamos lejísimos de soñar, pero en el césped seremos once contra once y tan aguerridos podemos serlo nosotros como ellos, así que no nos refugiemos en excusa alguna. Si hace unos meses y con el agua al cuello, les pudimos mojar la oreja, ¿por qué no se podría repetir la historia?
La SD Éibar es un equipo muy rocoso y, ya ha quedado patente, muy peleón, pero no sólo eso, puesto que tiene buenos peloteros y sabe manejarse con paciencia, para colmo también tiene cierta facilidad para ver puerta, en suma, partido de altísimo riesgo, cosa que no debe sorprender a nadie y menos al cuerpo técnico del Albacete.
Lo fácil y, perdón por la perogrullada, sería limitar los errores al mínimo, pero eso es lo que trata de hacer todo el mundo. Cuando uno pierde por aciertos del rival duele, siempre duelen las derrotas, pero cuando éstas se producen por torpezas propias, inevitablemente empiezan a surgir los fantasmas. Espero que la semana haya servido para conjurarse y el trabajo de los psicólogos haya surtido efecto, porque las meteduras de pata se mitigan más con la mente que con el entrenamiento puro y duro. Físicamente veo al equipo bien, pero todavía se ven las costuras de algunos de los lógicos desajustes del principio del curso.
Pongamos cara de Feria y tratemos de que la alegría que emana desde todos los puntos de la ciudad y de la provincia llegue al césped del Carlos Belmonte y pueda llevar en volandas a los blancos. Alegría no tiene por qué ser sinónimo de prisas, la paciencia suele tener premio y en Segunda, más. A equipos como al Éibar no se le va a ganar en la primera parte; no suelen los armeros dar los partidos por perdidos, o sea que, será un partido largo. No hay que tenerle miedo a este tipo de choques, ni a ningún otro, pero eso sí, tengamos claro que, si perdemos la concentración o el respeto, tendremos muchas papeletas para salir escaldados.
Todavía Alberto González no tiene bien definida la estrategia, pero eso de adaptarse a cada rival me gusta, más allá de que, ciertamente sí, deberíamos procurar tener un poquito más el balón y moverlo con algo más de astucia para procurar culminar las jugadas, sino en gol, al menos evitar las contras que tanta pupa nos hacen.
En absoluto mi soberbia llega a dar consejos a nadie y menos al entrenador que ya ha demostrado saber lo que se trae entre manos, dando por supuesto que lo del otro día, fue nada más que un accidente que no va a volver a producirse y que, de hacerlo, sólo lo sufriremos una vez al trimestre.